sábado, 4 de agosto de 2012

Antes de la batalla...

En China, puedes levantarte una mañana y, donde había un solar por la noche, encontrar un bloque de apartamentos.

Ayer conseguimos salir de la ciudad fronteriza de Shenzhen, una mole urbanística que hace treinta años no era mas que una aldea de pescadores. ¿Que ocurrió? Pues que el Gobierno chino tuvo la idea de hacer un experimento de ciudad capitalista en suelo rojo, para contrarrestar el cercano poderío de la vecina Hong Kong. Les salió bien la jugada -o mal, si opinase Mao- porque la libertad económica, y el bajo coste del suelo y la mano de obra, hizo que aquel pueblo sea hoy uno de los principales centros de producción del país, con 10 millones y pico de personas, y una de las ciudades con mayor índice de crecimiento del mundo.

Partimos en un autobús-cama a las 19.30 de la estación de Shenzhen. Dos horas y pico después de iniciar el recorrido, aún no habíamos salido de la ciudad.

En China hay muchos chinos y por ello todo adquiere dimensiones absurdas. Las inmensas colmenas humanas, los autobuses, donde ayer viajábamos recostados en literas junto a decenas de pasajeros que roncaban incluso en los pasillos, las carreteras, los cultivos inabarcables de arroz y verduras...

Esta mañana hemos llegado a Yangshuo minutos antes de despuntar el alba. La ciudad era para entonces un hervidero de motos, autobuses, y bicicletas, negocios abiertos y griterío. Si algo nos ha llamado la atención de este país, es que abre las 24 horas. Bueno, y el tráfico.

Mi compañero no se acostumbra a ver cómo vetustas motos con hasta cuatro pasajeros, o tartanas de fantasía con motor fuera borda, recauchutadas en los tiempos del imperio, circulan como hormigas sorteando en todas direcciones a autobuses y camiones que pitan constantemente y juegan con el "ellas tienen más que perder".

Por ello, una hora después de llegar a la ciudad, rodábamos de nuevo por carreteras del infierno en busca de un poco de paz en el mar verde de los arrozales de Longji, lejos del bullicio. Un poco de "beatus ille" a la asiática.

El viaje ha hecho mella en nuestros ya agotados cuerpos y con tanto tumbo, polvo y calor, yo he acabado vuelta al aire y con mi cabeza recostada en el regazo de una chinita que no se ha atrevido a molestarme, quien sabe si por vergüenza o por caridad.

Pero la excursión ha merecido la pena, sobre todo conocer a las pintorescas habitantes del pueblo, de vistosas vestimentas, aros en las orejas y moños negros y brillantes trenzados con melenas de hasta dos metros.

La vista de las infinitas terrazas de arroz, que jalonan picos abruptos como termiteros, es una de las más bellas de China. Pese a la sudada, nos ha aportado un soplo de oxígeno difícil de encontrar en el humo y el olor a pato agridulce de las ciudades.

Después de inspirar, toca lidiar. Hoy dormimos en una fonda infecta llena de mosquitos y caldeada hasta el límite. El patrón nos ha pillado con la guardia baja esta mañana recién llegados a sus dominios, y no hemos podido evitar ser víctimas de un encalome de libro. Pero aún así, es mejor que lo de mañana.

Mañana nos enfrentamos a una dura prueba. Tomaremos un tren de 27 horas hasta Xian, para visitar los guerreros de Terracota. El problema es que no ha habido forma de conseguir billetes con derecho a cama, así que tiraremos de esterilla y pasillos en un día que se las promete duro.

Y mientras tanto, y antes de que se convierta en un nuevo barrio de Yangshuo, daremos por la mañana un paseo por el río Li, para sosegarnos antes de la batalla. Como debieron de hacer los pétreos soldados que nos esperan un poquito más cerca de Pekín.

2 comentarios:

  1. La batalla, la vuestra, no comienza con la visita a Xian para rendir un homenaje a los guerreros de terracota. La verdadera batalla es la del objeto del viaje, la de los raíles. El primer combate ya lo habéis vivido en la trinchera de los pasillos. Y supongo que, aunque hayáis terminado con los huesos un tanto descalabrados -no siempre surge la suerte de encontrar un regazo de chinita en que recostar la cabeza-, es un buen entrenamiento para lo que pueda venir, que nunca se sabe. Una batalla no es la guerra y esta sí que hay que ganarla. ¡Muchos ánimos y un abrazo!

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  2. Yo fui a verlos al British la primera vez que salieron de Xian. Había pocos... y eran impresionantes... Ver todo el ejército tiene que ser sobrao!!! Disfrutad del sepulcro mejor defendido del mundo!!! ;)

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