miércoles, 1 de agosto de 2012

Gining in the sky

Contemplamos el último atardecer en la isla de Hong Kong. Han sido cinco días intensos en los que hemos sido maravillosamente bien tratados por nuestros anfitriones.
Mañana por la noche estaremos ya pisando suelo del gigante asiático. El viaje empezará a ir un poco más en serio. Nuestra ruta sólo tiene un destino fijo, Moscú, y está trazada en el mapa con un lápiz, por lo que podremos modificarla sobre la marcha. Pero ya no tendremos un cuartel general seguro y limpio como el que nos ha brindado Ángela estos días, ni las personas que nos crucemos hablarán inglés en una proporción tan alta. Es por eso que el último atardecer antes de llegar a ASIA -con mayúsculas- merecía ser celebrado.
Lo hemos hecho desde la terraza del Ozone, el bar del hotel Ritz, situado en la última planta del cuarto edificio más alto del mundo: el ICC. Desde allí hemos visto desaparecer el sol en el horizonte, ese que seguiremos a partir de mañana, y hemos brindado por él con un gintonic de lujo, fresco y bueno.
Al mediodía, la compañera china de Ángela nos había obsequiado con unas invitaciones para comer en un restaurante muy elegante de la ciudad. No solo eso, Helen, así se llama, nos ha grabado en el móvil frases hechas en mandarín que a buen seguro nos serán vitales en el continente.
Unos pocos lujos antes de que lleguen los momentos de privaciones y apuro, algo que por cierto, ya nos va pidiendo el cuerpo.
Pero hasta entonces –y antes de acabar el día en una fiesta de cumpleaños- vaya ese brindis por el sol, ahora que estamos a 484 metros sobre el suelo, un poquito más cerca de él.



2 comentarios:

  1. Hola. Vemos que estás a punto de dar un salto de gigante al pasar al continente gigante. Tengo la suerte, no menos gigante, de haber llegado a casa y poder conectarme a internet sin problemas de cobertura (era una lucha de gigantes perdida de antemano) para seguirte por los raíles por los que avanzas. Por cierto, en Alcossebre tienes un seguidor que te invita a que comas de todo lo que forma parte de la gastronomía tradicional del país. Un batracio (se llame sapo o rana, qué más da) puede ser tan malo (o bueno, según el gusto -o el mal gusto- de cada cual) como un ajo de nuestra tierra. Aunque, bien pensado, una paella o una ensalada de tomates de Baztan son mejores "delicatessen". Nos mantndremos en contacto. Y saludos de las dos "rubias" pamplonesas que siguen tus andanzas.

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  2. Desde luego, mi médico no me ha prohibido los batracios, y a diferencia del ajo, estos no suelen repetir. Devuelve los saludos a las "rubias" y recuérdales que a la vuelta me deben un arroz, como manda occidente, que por aquí no saben hacerlo... Por cierto, que tomates del Baztán no hay, pero sudokus en todas las esquinas. Estaremos en contacto... un abrazo

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